El polvo de hoy no es el que limpiaban nuestras abuelas.
Actualmente, junto sus componentes habituales, fragmentos de tierra, bacterias, moho, partículas de animales, etc, encontramos numerosas partículas de agentes contaminantes tales como sustancias cancerígenas de los humos de vehículos y tabaco, plomo, amianto, dióxido de azufre, aerosoles, plástico, productos de limpieza, radón procedente del cementos (un gas radioactivo), ambientadores de hogar químicos y muchas otras sustancias químicas, algunas de las cuales ni tan siquiera se conocen.
Este polvo es especialmente peligroso durante el invierno debido a la calefacción y a que las viviendas no se airean lo suficiente.
Las amas de casa, acostumbradas a luchar contra el polvo, saben a lo que me refiero…
¡Es como el cuento de nunca acabar!
En las grandes ciudades, por más que limpien, los paños blancos vuelven a salir negros a las pocas horas…
Conviene evitar en la medida de lo posible la acumulación de polvo en el hogar, especialmente en las habitaciones donde se duerme.
También es muy importante evitar todos los tóxicos químicos, ya que hoy en día los puede sustituir por productos naturales con la misma o mayor eficacia para limpiar, ambientar el hogar, etc.
Si no lo quiere hacer por usted al menos hágalo por sus hijos, no consienta que sean víctimas de este consumismo de productos toxico químicos.