Entre un tazón de copos de cereales integrales y un trozo de pan blanco (es un pan elaborado con harina refinada), existen tantas diferencias que un análisis concluiría que se trata de dos alimentos completamente distintos.
Mientras, los cereales integrales nos aportan importantes vitaminas, minerales y oligoelementos, y una buena cantidad de fibra natural, los derivados hiperprocesados y refinados hasta la saciedad sólo presentan aditivos químicos y gluten a mansalva.
Los cereales refinados en todas sus presentaciones (pan blanco, bollería, copos industriales, pastas alimentarias (espaguetis, macarrones, fideos, tallarines, cuscús, etc.) se constituyen además en importantes “ladrones” de vitaminas, minerales y enzimas, y precisan para su digestión una importante dosis de elementos vitales que extraen de nuestras reservas o del resto de alimentos que consumimos junto con ellos.
Además, son de muy difícil digestión, y su consumo habitual provoca acidez estomacal, flatulencias e importantes problemas intestinales muchos de ellos muy complicados.
Por último, el gluten que presentan, al no ir acompañado de fibra que haga más sencilla la digestión, da lugar a graves alergias alimentarias, y no es raro encontrar pacientes con enfermedades dermatológicas (eczemas, psoriasis, etc.) cuyos problemas de piel tienen su origen en un rechazo de su organismo a este gluten, personalmente lo veo a diario, en pacientes.
Por el contrario, los cereales integrales nos nutren adecuadamente y, salvo el caso de los pacientes ilíacos, no causan ningún perjuicio, especialmente consumidos con moderación.
Como pueden ver ustedes no es necesario el fumar o beber alcohol, para tener problemas de salud, cuantos de nosotros hemos oído esta frase hecha (ni bebe ni fuma) y mira como esta, al que le toca le toca.
Estos consejos buenos no se los va a dar su médico, alcalde o gobierno. Usted es la máxima autoridad para ponerse las pilas y cuidarse otro no lo var hacer por usted.